Hasta el próximo 24 de octubre permanecerá abierta al público esta muestra que combina fotografía y arte y que invita a reflexionar sobre la existencia humana

El Convento Santo Domingo de la Villa de Teguise acogió este domingo la inauguración de la exposición Oikoumené, «Todos somos uno», que a través de una serie de fotografías, algunas antiguas, invita a reflexionar sobre la vida y la muerte.

El autor y fotógrafo Stefano Bozzani dio a conocer de primera mano a los invitados y público asistente los detalles de cómo se fraguó la muestra con la que pretende tocar y llegar a lo más profundo de cada uno. “La música ha sido mi gran fuente de inspiración durante el tiempo que he dedicado a retocar imágenes y preparar esta colección que persigue el único objetivo de tocar la fibra a los que la observen”, manifestó Stefano Bozzani durante la presentación de la misma. “El mensaje de la exposición es que si desarrollamos nuestra alma de una forma constante y profunda, podemos reconocer la presencia de Dios en cualquier cosa”, afirma el autor.

Para Bozzani, tal y como se lo transmitió a la responsable de Cultura de Teguise, Olivia Duque, “la Sala de Arte del Convento supone el lugar idóneo en el que presentar un trabajo cargado de mucha espiritualidad”, y que es el sentido y fin de su obra, la cual ronda conceptos “que van más allá de la comunión de los cristianos y la Iglesia, de ahí su título, Oikoumené, como concepto relacional, dinámico y globalizador que abraza a la comunidad humana y a toda la creación”.

Oikoumené, término que viene del verbo griego oiken, habitar, usado en los tiempos de Erodoto, significa “la tierra habitada” o “el mundo entero”. En la época helénica el término indicaba el ámbito político del imperio greco-romano o la distinción cultural entre el mundo civilizado y los territorios de los bárbaros. La vocación permanente del movimiento ecuménico es la de transformar el Oikoumené en la familia viviente de Dios. Además, resume el concepto de “Todos somos uno”, subtítulo de la exposición de Bozzani ambientada en el Convento Santo Domingo, donde ese exponen 12 obras, que es el número de los apóstoles, de las tribus de Israel, de los caballeros del Rey Arturo o de los trabajos de Hércules.

Sobre el autor y su proyecto

Formado en música, fotografía, teatro y vídeo, se dedica a la fotografía profesional desde 1985. Debido a su pasión por la práctica del deporte, desarrolla un concepto de “fotografía dinámica” aplicada a la moda, la publicidad y el retrato.

Ha trabajado en el campo editorial para algunas de las más prestigiosas revistas del sector (Sportswear International, Ski Journal Japan, Max, Vogue Beauty,…). Campañas publicitarias nacionales e internacionales (Ducati Motorcycles, Gas, Emi, Polygram, Sony, Wella,…) y como fotógrafo personal y asesor de imagen de figuras de espectáculo (Nek, Laura Pausini, Paul McCartney, Shery Crow, Dee Dee Jackson,…)

Desde 1985 ha participado en varias exposiciones colectivas (Photokyna de Colonia, Anmesty Internacional). Y en 1993 fue seleccionado por Kodak Italia como uno de los nuevos talentos de la fotografía italiana al representar a Italia en la Kodak European Award de Fotografía.

Desde hace cinco años está inmerso en un proyecto artístico y personal, mezcla de fotografía, música, alquimia y una gran dosis de contenidos espirituales, que ahora en OIKOUMENÉ, empieza a caminar.

El trabajo de Bozzani nace de los Daguerreotipos y Ferrotipos, revisados a través de técnicas y alquimias modernas resultado de años de búsqueda. Recuperando fotografías de autores desconocidos, el artista intenta revivir al sujeto fotografiado en una dimensión fuera del tiempo del observador.

Bozzani, fotógrafo de formación con larga experiencia internacional en el campo de la música y la moda, quedó fascinado por los daguerrotipos y ferrotipos, porque gracias estas técnicas “antiguas”, no solo podemos dar vida a los rostros de los primeros sujetos fotografiados en la historia del hombre, sino que además, encontramos huellas concretas de quiénes los han realizado: láminas de hierro o placas de vidrio revestidas por productos químicos conservan en efecto, huellas digitales de estos autores desconocidos.

En perfecta comunión con el espíritu de los pioneros de la fotografía, Bozzani interviene sobre aquellas imágenes con las manos desnudas, manipulándolas, ensuciándose con los dedos, amasando materiales, para dejar intencionadamente imperfecciones y residuos sobre la fotografía inicial.

De este espíritu nace el nombre del proyecto Dadaguerreolage, de “Dada” (movimiento artístico), “Daguerre” (de Daguerreotipo) y “Lage” (técnica del “bricolage, assemblage, decoupage, montage”…). Las imágenes ocupan el interior de las señales de tráfico, aquí entendidas como “Las calles de los cantos”, de los aborígenes australianos, que nos reconducen a casa, señales para descodificar el camino que nos lleva a nuestro interior, a nuestros recuerdos más profundos.

Bozzani, que a finales de los años ochenta fue pionero en esta búsqueda, usó la luz de neón como sustituta del sol, creando una nuevo “sol”. Hoy utiliza la luz reflejada por materiales reflectantes que ya forman parte de nuestra vida cotidiana, para iluminar sus trabajos. La señal se vuelve por tanto manantial luminoso que primero ciega y luego desaparece, mientas que la imagen colocada en el centro, absorbe la luz y emerge para luego reconquistar todo el espacio. En este punto, queda claro que el tiempo de exposición en sus obras, ya no lo establece el obturador, sino el propio espectador.