A partir del 3 de noviembre, ponentes de gran nivel científico disertarán en la Villa sobre las erupciones volcánicas y sus consecuencias y oportunidades
Los aspectos positivos y negativos de las erupciones volcánicas históricas, así como de lo que supone vivir sobre un territorio volcánico, se pueden extraer conclusiones importantes, pues convierten el territorio en laboratorios científicos que proporcionan rica información. Así, Historia y Ciencia se aúnan para enriquecer el entendimiento sobre el planeta que habitamos y proveernos de un conocimiento necesario para vivir en él.
Esta es la premisa bajo la que se celebran las V Jornadas de Historia de Teguise, en la que participan ponentes de gran nivel científico, tanto en el ámbito de la geología como en el de la arqueología para trasladar a la sociedad el importante aprendizaje que se puede derivar de sus investigaciones.
Las conferencias son diversas y sugerentes, con títulos como: El punto caliente canario: magmatismo activo desde el Cretácico (142 Ma) hasta la actualidad; De la catástrofe a la oportunidad: el plan de recuperación del Patrimonio Cultural de La Palma; Transacciones tras la erupción de Timanfaya. Lectura espacial del testamento del cura de Haría; ¿Qué podemos aprender de las erupciones históricas de Lanzarote?; Fuentes documentales sobre la erupción del volcán San Juan de La Palma; Pompeya, nueva investigación sobre la erupción del Vesubio del 79 d.C.
El alcalde de Teguise, Oswaldo Betancort, y la concejala de Archivo, Sara Bermúdez, invitan a los interesados a participar en esta nueva edición de las jornadas, que se celebrarán en la Biblioteca Municipal de Teguise, con sesiones impartidas cada jueves del 3 al 24 de noviembre, a las 19:30 horas. La inscripción es gratuita, enviando únicamente un correo a la dirección jornadasteguise@gmail.com, en el que se debe detallar nombre y apellidos, DNI del participante y si la asistencia será presencial u online.
La ferocidad de la erupción de Timanfaya
“El día primero de septiembre del año inmediato pasado [1730], reventó en la isla de Lanzarote un volcán tan prodigioso en el vómito de fuego, piedras y arena, y en su duración, que hasta hoy permanece destruyéndola. Ha sido tanto el fuego, y tan elevado, que se ha visto desde ésta [Gran Canaria] y las demás islas, en parajes de distancia, según se regula, de cincuenta leguas…”.
Estas palabras, insertas en una carta dirigida por la Real Audiencia de Canarias al Rey, da cuenta de la ferocidad de la erupción de Timanfaya en 1730, a resultas de lo cual se produjo un proceso de destrucción [tierras y casas] acompañado de otro de construcción [elevadas montañas], que conllevó, también, la emigración de familias que tuvieron que desplazarse a otras islas para continuar su vida.